La investigación judicial que vincula a miembros de Casuals FCB, los ultras más violentos del Barça, con el asesinato de un hombre en un prostíbulo de Barcelona corría el riesgo de venirse abajo. La justicia había anulado una prueba clave: las conversaciones telefónicas de una proxeneta en el interior de su coche, que situaban a los radicales —entre ellos Francisco Pérez, alias Paco el Gordo, uno de sus actuales líderes— en el epicentro del crimen. Aquel error judicial (la sonorización del vehículo no estaba bien fundamentada) ha intentado enmendarse con el volcado de los teléfonos móviles de los sospechosos, y en particular sus conversaciones de WhatsApp, que han brindado a los Mossos indicios del mismo calibre sin que, por ahora, hayan sido invalidados.
La proxeneta que está en el origen de esta historia es Jasmenn O., alias Martina, que invitaba a mujeres sudamericanas a viajar a España y las obligaba a prostituirse en un piso del barrio de Gràcia de Barcelona. A través de su pareja, los Casuals se enteraron del negocio y quisieron sacar tajada. Paco el Gordo, que se encuentra en prisión provisional por el homicidio, convenció a la mujer para hacerse socios: los ultras —que nacieron en las gradas del Camp Nou como escisión de los Boixos Nois y se transformaron en un grupo criminal— le ofrecieron músculo y protección a cambio de una parte de los beneficios.
Pero la actividad del burdel también ofrecía una cobertura ideal para otros negocios. El 8 de marzo de 2023, según la investigación a la que ha accedido EL PAÍS, Martina ofreció al líder de los Casuals organizar un “vuelco” (un robo violento a narcotraficantes) a dos hombres que esa noche iban a aparecer en el local, supuestamente, con tres kilos de droga. Éste encargó la misión a dos personas de su confianza, ambos casuals: Víctor N, alias Thor, y Pablo G., alias Brasil. El asunto se les fue de las manos y, tras una discusión, acabaron matando a uno de los hombres, Luis Miguel Z. Paco el Gordo no estaba allí, pero según el juez y los Mossos está implicado en el crimen porque fue “la persona que contactó con los autores materiales, los escogió y los envió al lugar donde se produjeron los hechos que desembocaron en el homicidio”. “Participó activamente en los actos que desembocaron en la muerte”, concluyen.
Los Mossos conocían que se iba a producir el “vuelco” y estaban vigilando el burdel la madrugada del 8 al 9 de marzo, pero no sabían que en el interior se estaba cometiendo un crimen. Lo supieron la noche siguiente cuando, en una nueva vigilancia, observaron cómo una furgoneta aparcaba frente al local y cómo cuatro hombres cargaban en su interior una cama de matrimonio. Los agentes dieron el alto al vehículo, detuvieron a dos personas y, al abrir el maletero y desmontar la cama, descubrieron un paquete alargado con forma humana: el cadáver de la víctima.
“Estate pendiente que hay un curro”
El casual Víctor N, alias Thor, a quien la policía considera autor material del crimen, intentó romper su móvil en el momento de ser detenido. Pero los informáticos de los Mossos han logrado repararlo. Y han accedido, con autorización judicial, a mensajes de WhatsApp que permiten reconstruir, aun parcialmente, los hechos de esa jornada. Por la mañana, Thor había declarado en un juicio por otro asunto. Paco el Gordo, su jefe en la organización, se interesó por ello y le ofreció trabajo: “Hermano, cómo ha ido, ¿todo bien? (…) Estate pendiente que hay un curro. Nada, un pirula, ya te diré, nada difícil. Así te llevarás un pikito vale. Hermano y descontamos algo”, en alusión, según los investigadores, a la “condonación parcial de una deuda contraída para hacer frente a gastos legales”.
A lo largo del 8 de marzo, Paco el Gordo “supervisa constantemente la realización del delito encargado” (el robo) y mantiene hasta diez conversaciones con Thor cuyo contenido se desconoce. A las 21.40, vuelven a hablar por Whatsapp:
—Thor: He apuñalado a uno y está chungo.
—Paco: Jejejeje. ¿Se muere?
—Thor: Los tengo aquí. Espero que no.
—Paco: Jejejeje.
—Thor: Creo que mal.
Las conversaciones grabadas en las horas posteriores en el interior del coche de Martina son más explícitas, aunque no siempre incriminatorias para Paco el Gordo, que en un momento dado dice que hay que sacar a la víctima del local y dejarla “en la puerta de un hospital o algo”. Pero el juez que investiga el homicidio, Francesc Xavier Paulí, es consciente de que no puede utilizarlas en su investigación. La sentencia sobre el caso de la explotación sexual en el burdel de Gràcia concluyó, el pasado julio, que la instalación del dispositivo de captación de audio no se ajustó a la ley, que es más restrictiva. Esa apreciación, de hecho, llevó a dejar casi sin castigo a la banda de proxenetas liderada por Martina.
El magistrado y la Fiscalía confían en que el volcado de los teléfonos llevado a cabo por los Mossos se salve de cualquier intento de nulidad. Y creen que pueden llevar ante un jurado popular a los investigados por homicidio; también a Paco el Gordo, presumiblemente como instructor. El juez Paulí considera que el volcado debía hacerse en su integridad y que ha mostrado, además, evidencias de otros delitos “dentro del ámbito de la organización criminal radicada en territorio catalán conocida como Casuals”. Y ordena enviar esos indicios a otro juzgado de Barcelona que, en junio de 2023, dirigió un macrooperativo contra los Casuals con casi 30 detenidos por una veintena de delitos.
Pero las defensas van a dar la batalla. Han logrado ya victorias importantes que han dejado tocada la instrucción de la causa principal; por ejemplo, que se acote temporalmente el análisis de los teléfonos. En el caso del homicidio, consideran que sin las conversaciones en el coche (declaradas nulas) no habría habido vigilancias; y sin vigilancias “no se habría producido el hallazgo del cadáver y la detención de los investigados (...) La sonorización es el origen y el final de todo”, recoge en un escrito de la defensa de Paco el Gordo, que busca, a base de nulidades, vaciar el proceso de indicios sólidos contra su cliente.